15 oct 2010

[Arte] Teatro. ¡Tablas y experiencias!

Hoy volvemos con el arte, más concretamente con mi arte: la interpretación. Pero hoy vamos a centrarnos en el teatro. Sobre todo basándome un poco en mi experiencia sobre las tablas.

Lo que puedo destacar del teatro, sobre todo, es la viveza del mismo. Viveza que hace que los actores nos juguemos el tipo cada vez que salimos al escenario, que nos juguemos la reputación, las críticas, etc. ¿Y esto por qué? Pues muy sencillo. Como todos sabéis, al ser en riguroso en vivo y en directo, no se está libre de que tengas un mal día y tu interpretación no esté a la altura, o que pase algún percance en el escenario que haga que tu trabajo no sea correcto, no sea el esperado. A fin de cuentas, y con respeto del cine, que ese es otro tema que se hace de manera diferente, en el teatro no hay “corten”, no hay “vamos a primera” ni esas cosas que son tan comunes en cine y televisión. Si mucha gente supiera cómo se ruedan las películas...apostaría a que muchos de vosotros no veríais con los mismos ojos esos films. Con esto no quiero decir que no me guste el cine, al contrario, me encanta y daría lo que fuera por tener la suerte de rodar pelis, sólo me refiero a que es otro modus operandi totalmente diferente, incluso la manera de interpretar es diferente. Pero otro día hablaremos de las cámaras. Hoy toca la magia, tocan las tablas, tocan las butacas y los términos como “atrio”, “mutis”, “derecha o izquierda” del público y sobre todo, el que más me gusta a mí, “cuarta pared”. Esta es la supuesta pared que hay entre el público y los actores, lógicamente no es una pared física, ¡sino no nos verían! Pero lo que más me gusta es cuando se “rompe” esa pared (para eso la obra debe aceptarlo) y se establece contacto directo con los espectadores, haciendo que se sientan parte el espectáculo.

Pero, ¿sabéis que otra cosa me gusta del teatro? Cuando lo diga diréis: has puesto un huevo, ni que fueras el único. Pero me da igual, lo diré: El aplauso, el reconocimiento a tu trabajo. Observar por primera vez las caras de esa gente que ha formado parte de la historia que estás contando durante dos horas.

Voy a contar un poco mi experiencia sobre las tablas. He de decir que todo empezó en segundo de bachillerato, cuando me propusieron formar parte del grupo de teatro del instituto, teatro clásico. Nunca olvidaré la obra que hizo que me interesara por esto “Aspasia o la liberación de la mujer”. Así pues, mi dedicación a algo que detestaba hasta entonces y que ni se me pasaba por la cabeza fue creciendo hasta el punto que dejé mis estudios de Biología y me dediqué a ello exclusivamente. La obra que siguió fue “Tres sombreros de copa” de Miguel Mihura, ya dentro de la Compañía de Teatro del CIG de Granada en el 2007. Para los que hayáis leído la obra mi rol era el de Odioso Señor. Era una parte muy cómica y sobre todo absurda de la obra. Más que nada porque llevaba cientos de cosas metidas en los bolsillos y tenía que ir sacando para ofrecerlas a la protagonista de la obra en favor de sus favores sexuales. (Valga la redundancia). Aquí experimenté por primera vez el famoso “mal de la comedia”. Y es que bueno, cuando un actor se siente a gusto y siente que el público se ríe, siempre tiende a crecerse y exagerar más los gags cómicos. Pero eso está mal. La comedia siempre es más agradecida para el público, ya lo sabéis. Así que puedo decir que me lo pasé en grande con esta obra, sentí el calor de los espectadores en cada función que hicimos y me sentí plenamente actor en el escenario.

Después, al año siguiente, vendría todo un reto, no sólo para mí, sino para la compañía entera y para nuestro director, Salvador Guerrero. Pues vendría “Un tranvía llamado deseo” de Tennessee Williams. Un drama de los años cincuenta de la Nueva Orleans de la América sureña. Y digo reto porque para empezar, los personajes eran mayores que nosotros y requiso un tremendo desgaste interpretativo. Además mi personaje en este caso fue el protagonista masculino, Stanley Kowalski, un hombre rudo, machista y de la vieja escuela varonil. Pero como buenos buscadores de “aventuras” la obra cumplió las expectativas, y no es nada fácil mantener al espectador más de dos horas y media sentado en la butaca observando una historia dramática y dura. Pero sí, al final el Teatro Isabel la Católica de Granada se puso en pie para agradecer con aplausos nuestros duros meses de trabajo y de investigación. Lo que ninguno sabe era que mientras tanto, yo agradecía en mi corazón ese chute de energía, ganas y fuerza para querer ser más actor que nunca.

Pero actor no es aquel que sólo se siente actor cuando recibe aplausos y halagos. Actor es aquel que cada día se despierta pensando en su objetivo. Aquel que ante los momentos duros sigue pensando en sus posibilidades y en que es actor. Así que como "actor" que me gusta considerarme (a falta de serlo por contrato xD) volé hasta aquí, Madrid, en ingresé en Arte4, donde acabé la Diplomatura en junio de este mismo año. Y os contaré mi experiencia sobre la obra más “rara” que jamás he visto y mucho menos he realizado. “La persecución y asesinato de Jean Paul Marat”, de Peter Weiss, más conocida como Marat-Sade. Cuenta la representación en Charenton, un hospital psiquiátrico de la Francia post-revolucionaria, de una obra de teatro a manos de los internos contando la historia de Marat, el Marqués de Sade, Carlota Corday y más personalidades de la época. Para ello se recurren a canciones, pantomimas, y escenas independientes en el tiempo. No os contaré más porque he de decir que nuestro director, Jorge Muñoz, nos ha propuesto mover la obra profesionalmente, así que tendréis que venir a verla. Pero ahora iremos a eso. Mi rol en este proyecto es el de Marat, el líder izquierdista que, postrado en su bañera y remojado en baños de azufre para aliviar los picores y las pústulas, emitía cartas de ejecución a mansalva contra todo anti-revolucionario. Sólo puedo decir que he aprendido muchísimo porque no es una obra común, es una obra que requiere otro tipo de trabajo, otra energía y otro montaje. Montaje que tuvo un éxito rotundo la semana en la que representamos. Por eso desde aquí me gustaría dar las gracias a ese maravilloso equipo de profesionales que nos ayudaron a que Marat-Sade tuviera el gran resultado que tuvo. Empezando por Arantza Arteaga, que nos obsequió con unas interesantes clases de Comedia De´l Arte, continuando con Elena, la profesional de técnica vocal y canciones, siguiendo por Jacobo Dicenta, el gran Don Juan de Alcalá, que además de ser un gran actor es un gran cantante, y finalizando con el “dire”, Jorge Muñoz y su increíble montaje y dirección.

Por eso os invito a que vengáis a verla cuando llegue la hora debido al gran trabajo que ha habido y habrá detrás de lo mostrado, pero antes tengo otra noticia. Ya que estamos en proceso de comenzar a ensayar “Line”, una obra traída directamente desde Broadway. Line es el punto de unión entre la nada y Marat-Sade. Me explico, es la obra que pretendemos que nos abra el camino a la producción del escrito de Weiss. Una comedia con mucha chispa que os recomiendo ver. Pretendemos que se estrene sobre marzo. ¡Os lo iré recordando! Con esto no quiero entretenerme mucho, porque conforme se acerque el día y tengamos todo asegurado ya os daré la vara para que asistáis y paséis un buen rato.

Bueno pues esto es todo por hoy, siento si ha sido un post demasiado largo, pero tenéis que comprender que es algo que me apasiona y que es lo mío. Que me toca la fibra cuando hablo de ello y me hace sentir orgulloso de la profesión que he elegido que sea mi futuro. Por eso cada vez que recuerdo la sensación de exponer mi trabajo a la gente se me eriza el vello, me da fuerzas y ganas para no decaer y seguir este angosto e incómodo sendero que es la vida del actor, porque una vez recorrido no significa que llegues a la meta. Siempre volverá a haber otro mal camino por delante, pero hay que tener esa pasión innata del artista para volver a caminarlo.

Así que como buen artista que pretendo ser os animo desde aquí a cumplir vuestros sueños sean los que sean, o al menos a intentarlo. Mi miedo es tener cincuenta años y pensar: ¿Qué hubiera pasado si…? Y sentir esa frustración de no haber intentado lo que más deseaba en el mundo. Por eso estoy en Madrid en este que va camino de ser el tercer año.

Actores y actrices del mundo, artistas, gente relacionada con esta red, luchemos por este nuestro deseo, y por qué nuestras condiciones laborales sean optimas, porque no sólo se explota en las demás profesiones. Hay mucho aprovechamiento, desgraciadamente, en este nuestro mundo…

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