16 ago 2014

Agosto

Hacía ya tiempo que quería escribir esta entrada. Pero la falta de tiempo, la pereza o la desmotivación han sido las responsables de alargarlo hasta hoy. Tampoco es que hoy crea que es el día idóneo para hacerlo. Pero viendo el calendario....
Es difícil catalogar este verano tan anómalo. Al igual que julio fue un mes maravilloso donde además de hacer algo que adoro (lo explico en la entrada anterior) he conocido a gente muy maja, he compartido momentos increíbles y ha sido, en general, un mes tan fugaz, que apenas he notado, agosto se està convirtiendo en un mes un tanto tedioso. Un mes de transición y de esperas, en general. Obviamente, todo el mundo está fuera, así que los planes se reducen drásticamente en este mes. Pero tampoco me quejo, no. No lo hago. No puedo hacerlo, en gran parte, por ese viaje a tierras americanas que empezarè en apenas dos semanas.

Pero entendedme, la espera, sin hacer nada, agota!
Por otro lado, la mezcla de emociones acumuladas en mi interior hace que esto sea un batir continuo. Echar de menos a gente. La incertidumbre sobre cosas fuera de tu alcance. Dejar de hacer cosas que adoras. Las ganas de embarcar en el avión. El "miedo" a viajar a un país tan lejano durante un mes entero. Todo eso te hace ser un mar de dudas. A veces rebosas seguridad y confianza para, dos minutos después, sentir un hormigueo en la barriga  mientras piensas: . Pero luego, y por esto sé que estoy a punto de cumplir un sueño, siempre digo: y esto es lo que realmente prevalece.

Repito, no me quejo del verano 2014. De hecho, cuando vuelva en octubre, espero decir que ha sido el mejor verano de mi vida hasta el momento. Y en realidad, por una vez no me quejo de nada. Tal vez me apetezca discutir con la maraña de sensaciones que surcan mi mente porque, ahora mismo, igual pienso que agosto va demasiado lento como puedo pensar que corre demasiado rápido. Tal es la percepción difusa que tengo.


Motivaciones y asimilaciones. Creo, bajo mi inexperta opinión, que esas dos formas en plural son las que marcan nuestra senda. La motivación como motor hacia nuestros objetivos y la asimilación de los cambios que nos sucederán en el intento como la llave para ser feliz mientras alcanzamos cada meta.

Y ya he hablado por hoy.

Perdonad los errores que pudiera ver en cuanto a acentos, palabras o puntuación, pues estoy escribiendo con el móvil. Ya sabéis, si el teléfono se empeña en cambiarte una palabra, no habrá fuerza humana capaz de vencer su cabezonería.

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