2 jun 2014

Diario de un pirata sin pañuelo: Devuélveme mi sol.

Hoy quiero hacer volar mi pluma otra vez.
En mi camarote vuelve a oscilar la luz centelleante de la gran vela que arde frente a mi cara. No puedo verla. Pero esto seguro que, debido al titilante parpadeo de la luz, mi cara está sumida en una penumbra que va y viene dando un toque trágico a mí, ya de por si, amargo gesto facial.

Te has llevado el sol. Desde que te fuiste, el brillo y la calina se han ido contigo. Nos has robado la luz que existía cuando lo hacías tú en mi vida. Y por eso, el cielo llora a menudo por la gris y triste escarcha que nos has dejado en el ambiente.

Las salvajes tempestades hacen que el mar vibre más de la cuenta, y mi bajel pirata se bambolea y cruje al mismo tiempo que lo hace mi corazón.

Sí. Vuelvo a escribirte a ti, Princesa. Ladrona del verano del alma. Vuelvo a alzar mis sentimientos, que suenan sin sonido, acompañados de plegarias que se elevan hasta las puertas del cielo.
La oscuridad de tu piel, que en mí tanto ha calado, me ha vuelto taciturno, y, por qué no decirlo, algo siniestro.

Nunca he creído en el vudú, esa magia ancestral que utilizan los chamanes caribeños. Pero casi estoy seguro de que, allá donde estés, eliges cada día la parte de mi espíritu que me va a doler. Decides qué fantasmas tuyos van a venir a visitarme por la noche. Escoges el grado de tristeza que inundará mi consciencia en días venideros.
Tú eliges por mí. Esa es la realidad.

Aún así, los lemures del pasado me atormentan hoy más que nunca. Quizás el hecho de encontrarme solo en este barco, en esta noche, hacen que todo se magnifique.
Hoy he dejado que los chicos desembarquen, que disfruten, mas mis obligaciones no me permiten ir. Un capitán siempre trabaja. Un capitán siempre piensa. Y yo siempre pienso en ti.

Palabras que no se olvidan. Siluetas que quedan grabadas en mi colchón. Y todo, mientras la lluvia golpea con fuerza la cubierta que está sobre mi cabeza. Tu perfecta perfección ha quedado sellada en mi retina. Una imagen que siempre está. Y tú, un caramelo deshaciéndose en mi boca, has ido desapareciendo hasta hacerte una con mi saliva. Ya solo queda el bonito envoltorio de lo que fue. Algo que siempre guardaré bajo llave, una llave invisible, dentro de mí.

Te has llevado el sol, Princesa. Te has llevado mi sol.
El mundo ya no es mundo sin tu cálido y oscuro abrazo.

Devuélveme el sol, Princesa. O ven tú, de nuevo, y se el perfecto reemplazo de tan bella estrella.

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