18 nov 2010

[Historia] Esparta. Los Homoioi


¡Buenas noches! Soy consciente de que este post igual no le gusta a todo el mundo porque hoy vamos a centrarnos en la historia. Pero como es mi blog... ¡ajo y agua! jajaja. Hoy vamos a hablar de la antigua Esparta. La Esparta de la Grecia clásica, la Grecia de las polis, las ciudades-estado. Vamos a hablar de lo que significaba ser un espartano de pleno derecho: un Homoioi.

¿Qué es un Homoioi? Es el nombre que recibían los espartanos cuando cumplían los treinta años, donde ya alcanzaban todos sus derechos. También se les llamaba Iguales, o Espartíatas de pleno derecho.

Curiosamente, la ciudad más dedicada a la batalla en Grecia al principio era una simple polis más que recibió muchas derrotas en las Guerras Mesenias y de sus más conocidos enemigos, los argivos de Argos. Fue en una batalla contra estos últimos, y en pleno proceso de instauración militar, cuando Esparta materializó el sueño de Licurgo: formar un ejército basado en hoplitas, la unidad de infantería pesada más efectiva de la época. Fue Licurgo, alguien de cuya existencia real no hay demasiadas pruebas quien, en teoría, cambió las leyes que dieron forma a la Esparta arcaica en la Esparta que todos conocemos (históricamente, claro, no me jodáis xD).

Se instauró un eforado que iba rotando cada año, y que no era otra cosa más que un consejo de cinco ancianos llamados éforos que vigilaban, controlaban y aconsejaban las decisiones tomadas por la Diarquía (había dos reyes) y la Gerusía (la asamblea de ancianos y homoioi).

Se hizo un increíble hincapié a la apelación del espíritu patriótico. La ciudad por encima de todas las cosas. Una ciudad a la que defender y por la que morir sin vacilar. Se instauró además una especie de comunismo en la que el Estado era dueño de todas las cosas. Se entregaban tierras por igual a cada homoioi; los esclavos ilotas de cada familia pertenecían al Estado; los niños al nacer también estaban destinados a servir por y para Esparta.

Y sobre todo, lo que más cambió el destino de Esparta: la instauración de la Agogé.

La Agogé era un sistema de educación que empezaban los niños desde los siete años de edad. Ya en su nacimiento eran examinados para determinar si crecerían fuertes y vigorosos. Así pues, los niños eran arrancados de sus familias para entrar en la academia militar, donde además de aprender a leer y escribir aprendían a ser máquinas de matar. A desterrar cualquier sentimiento de su cabeza a la hora de la batalla. Aprendían a olvidar el miedo a la muerte, a nunca huir, y, básicamente, a sobrevivir. Pero para ellos, el honor, el coraje y la valentía estaban por encima de todo. Eran expuestos a situaciones extremas de vida o muerte.

Una jodienda que ni siquiera puede llegar a imaginarse nadie, ni incluso los que hayan pasado por la mili, (cosa que yo no, así que menos aún puedo imaginarme). Se puede decir que eran obligados a robar comida por la escasez que les daban para comer. Si los descubrían eran azotados por medio de un ritual en el que se sujetaban a un palo clavado en el suelo. Un compañero lo flagelaba, y otros dos estaban a su lado para levantarlo cuando cayera al suelo, pero para seguir azotándolo. Sólo se paraba cuando el niño soltara las manos del palo, pero el orgullo para algunos era más importante que el dolor e incluso llegaban a morir antes de soltarse.

Así pues, no sólo conseguían ser los mejores guerreros en combate, sino que llegaban a ser además, los mejores atletas de su época. Imaginaros, desde pequeños entrenando, haciendo ejercicio, siendo llevados al límite, no sólo físicamente, sino mentalmente también.

Por eso está registrado que una gran mayoría de campeones de las antiguas Olimpiadas de Olimpia eran espartanos.

En la más estricta educación seguían los chavales hasta los veinte años, edad a la que ya podrían portar en el campo de batalla los escudos con las lambdas de Lacedemonía grabadas. Ondear la capa carmesí tan temida incluso por el gigantesco imperio persa. Se enfundaban henchidos de orgullo por primera vez el casco corintio típico de los hoplitas, por fin iban a entablar una batalla real, aquello por lo que vivían y por lo que servían a Esparta. Así marchaba por primera vez a la batalla un hoplita recién convertido en espartano, casco embotado; el hoplón de bronce, el escudo de casi 8 kilos enfundado en la izquierda; la lanza en la diestra; la xiphos, la espada corta envainada en el cinto y la coraza y grebas brillando nítidas al sol mientras la capa roja típica espartana es movida por el viento que seguro, en ese momento, inspira más seguridad, aún si cabe, en la victoria en esa mente más que preparada para dicha empresa.

Así se presentaba la falange espartana ante las líneas enemigas. Según cuentan, la sola visión de tal muro de lambdas inspiraba tanto temor que la victoria no era una opción para los enemigos. También dicen que las lanzas espartanas en formación eran las únicas que no temblaban de nerviosismo y temor, que se mantenían todas equidistantes y tan firmes como el cuerpo mismo de cada uno de esos soldados que las portaban. Ahí estaba la diferencia en Esparta. El ejército de cada ciudad estaba formado por hoplitas que en invierno eran ganaderos, artesanos, agricultores que podían permitirse la compra de la panoplia de hoplita y que sólo se enfundaban la armadura para entrenar dos o tres veces en tiempo de verano. Pero Esparta no, los espartanos cada día se enfundaban la armadura y cada día entrenaban, fuere invierno o verano. Para eso conquistaron a un pueblo entero, Mesenia, para hacerlos sus esclavos y que fueran ellos quienes les trabajaran la tierra, les dieran de comer y que la única ocupación de los hombres espartanos fuese la guerra.

Los lacedemonios siempre combatían en una proporción inferior mínima de dos o tres contra uno. Siempre confiados en la victoria. El éxito de los hoplitas espartanos no sólo residía en su superioridad física ni en la habilidad en el combate. Su fuerza residía en su unidad. Luchaban como una falange totalmente sincronizada. Desde pequeños les enseñaban que es casi más importante proteger la vida de tus hermanos de armas que la tuya. Como bien explica Leónidas en la película 300, cada soldado protegía con su escudo al luchador de su izquierda, y a su vez era protegido por el compañero de su derecha.

Otra de las claves era la movilidad y la capacidad de reacción de las filas espartanas. No debería ser nada fácil ni rápido maniobrar con una columna de veinte escudos de largo y ocho de profundidad. Pero los lacedemonios practicaban en sus entrenamientos las maniobras, y además, las practicaban en la más absoluta oscuridad para que luego fuese más fácil para ellos. Digamos que siempre hacían un "más difícil todavía" para que a la hora de la verdad no supusiera un gran esfuerzo. Fijaos además, que estaban tan seguros de sus posibilidades que era la única ciudad que no tenía muralla, y a menudo decían que las murallas de Esparta empezaban en el brazo de cada espartano y terminaban en la punta de su lanza.

Si juntamos todo esto no es de extrañar que veamos en la historia de este pueblo episodios como el que casi todo el mundo conoce: las Termópilas. Como sabéis, un contingente de trescientos espartanos liderados por el rey Leónidas encabezaron un pequeño ejército de aliados griegos y consiguieron retener a ciento y pico mil persas (bueno, se manejan muchas cifras, pero creo que para la época esta es la más adecuada según mi opinión). Una vez rodeados Leónidas y sus espartanos dieron vía libre de huída a sus aliados, pero la única opción que ellos sostenían para sí mismos era quedarse y dar hasta su última gota de sangre por la libertad de Esparta y Grecia.

Bueno esto es básicamente lo más general y destacado de la Esparta clásica. Lo esencial para admirar su valentía, su coraje y su orgullo. Es normal que se pueda llegar a pensar que hacían cosas brutales, que tenían una mentalidad extremadamente cerrada en todos los sentidos, y que tenían una manera de ser muy lacónica (de ahí viene el adjetivo, de Laconia, la tierra de los lacedemonios) para eso los entrenaban también, para que con pocas palabras expresaran una opinión clara y concisa. Sí, tíos, todo eso en nuestra época sería impensable, pero no olvidéis que hablamos de un franja de tiempo que se da antes de Cristo. Además, la mujer espartana era la mujer griega más libre e independiente de toda la hélade. Eso para terminar.

Para mi eran admirables.

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