13 may 2014

Diario de un pirata sin pañuelo: Mi Princesa de ébano.

A ti, mi princesa de ébano, va dedicada esta noche. A ti, la más brillante oscuridad, van dedicados estos pensamientos que plasmo, desde la única luz presente en este camarote, con tinta y una pluma que desgarra el pergamino como los surcos que tus labios hicieran en mi piel.

A ti, brillante marfil oscuro, de silueta recortada de un perfecto cielo de noche, quiero escribir esta canción. Mas una canción pirata, sin ritmo ni compás. Pues solo del amor se trata. De plasmarlo y ver como tu visión, con una sonrisa, lo asimila en paz.

Es difícil para mí, un bucanero sin remedio, asimilar como tu eclipse perpetuo, mañana, se fundirá con el sol y desaparecerá de mi cielo.
Tus pies, esas dos burbujas que se posan cada noche en la tensa cuerda que sujeta mi cordura, con una ternura infinita, con una extrema sensibilidad, mañana no estarán.
Lo elástico dará paso a lo rígido. Y la rigidez será la ejecutora del hilo que me mantiene unido a tu figura, que ya no estará.

Cuánto, en tan poco tiempo. Cuántas sonrisas contenidas en tarros repletos de noches eternas. Cuántas caricias derramadas entre palabras e idiomas extranjeros. Cuántos besos atezados he sido capaz de aguantar aferrándome a tus trenzas azabache.

Y ahora te vas. Y mi interior respira. Respira aliviado porque la espera, esa espera cruel, ha concluido.  Y respira. Respira asustado porque sabe que no es capaz de vivir sin saber que estás aquí.

Aquí estoy ahora. Sin pañuelo que oculte mi verdad. Sin espadas que protejan mi honor. Sin pistolas que disparen mi vergüenza. Aquí estoy yo, acompañando los vaivenes del mar, que llora tu pérdida, con las idas y venidas de la pluma, que derrama lágrimas negras con cada estremecimiento.
Aquí estoy yo. Como mi barco a la deriva, sin mástil ni timón, dedicándote este amarga despedida.
A ti, mi princesa de ébano. Mi princesa oscura. Mi perfecta ilusión. Quiero decirte que surcaré los mares. Cruzaré el océano. Llegaré, si hiciera falta, hasta las tierras infinitas donde, tiempo ha, los españoles dejaron su semilla colonizadora. Así de temerario soy. Así de loco estoy.

Así de loco me has hecho estar.

Tú, princesa de ébano, regálame, por una última vez, tu más marcada oscuridad. Regálame una noche sin estrellas donde el único brillo seas tú. Regálame mares de besos y ternuras durante esa eterna noche. Tu cuerpo envuelto en seda oscura y tu mirada, una vez más, perforando los sostenes de nuestro placer.

Regálame un final.

Y yo, podré morir en paz...

No hay comentarios:

Publicar un comentario